dimecres, 18 de gener del 2012

Sobre la lectura

Proust, Marcel (escrit al 1905). Palma, Centellas, 2011

Deliciós llibre sobre la lectura. No cal esverar-se, sorprenentment té només unes 90 petites pagines i unes 10 més de notes.

Però a pesar de la seva petita dimensió és un Proust. Té elements de la infància (records tipus la magdalena), reflexions de fons i incitacions als clàssics.

M’ha fet recordar aquells interminables paràgrafs plens de comes i més comes, d’una persona  a la que el llenguatge se li queda curt per esprémer tots els detalls del moment.

Cal llegir-lo  molt a poc a poc i amb delectació. En destacaré tres fragments:

1.Por la mañana, al regresar del parque, cuando todo el mundo se había marchado a dar un paseo, me deslizaba yo en el comedor donde, hasta la hora lejana aún del almuerzo no entraría nadie, y donde no tendría más compañeros, muy respetuosos con la lectura, que los platos que  colgaban de la pared, el calendario cuya hoja de la víspera había sido recién arrancada, el reloj del péndulo y el fuego, que hablan sin pedir que les respondamos.  De vez en cuando, se escuchaba el ruido de la bomba de donde iba a brotar gota a gota el agua y que os hacía levantar hacia ella los ojos y mirarla a través de la ventana cerrada,  allí, muy cerca, en la única avenida del jardincillo que ribeteaba de ladrillos y loza en media luna sus arriates de pensamientos: pensamientos recogidos, al parecer, en sus demasiado hermosos cielos, esos cielos versicolores y como reflejados por los vitrales de la iglesia que, de vez en cuando, se veían entre los tejados de la aldea, cielos tristes que aparecían antes de las tormentas, o después, demasiado tarde, cuando la jornada iba  a terminar...

2. Con los libros no hay amabilidad. Si pasamos la velada con esos amigos es realmente porque tenemos ganas. A ellos, al menos, sólo los abandonamos a regañadientes con frecuencia... Solo reímos de lo que nos dice Moliere en la exacta medida en que nos parece divertido; cuando nos aburre, no tememos tener aspecto de aburridos, y cuando decididamente estamos hartos de estar con él, lo devolvemos a su lugar...

3.Las preferencias de los grandes escritores se dirige a los libros antiguos. Precisamente quienes parecieron más “románticos” a sus contemporáneos, no leían más que los clásicos.

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