dilluns, 16 de juny del 2014

Els meus llibres preferits. Ulises.


Ulises. James Joyce
Bloomsday  (Tal dia com avui es celebra a Dublin el Bloomsday doncs l’acció de l’Ulises transcorre el 16 de juny  i dues hores del 17, durant 18 hores. Una per cada capítol). Bloom és el protagonista.
Mentiria si digués que soc un enamorat de l’Ulises de Joyce. És un llibre que vaig abandonar dues vegades i només a la tercera el vaig aconseguir acabar, tot i ser conscient que la meva limitada capacitat no podia aprehendre tot el seu contingut. Hi ha tractats sencers sobre el tema.
Però lo important no és menjar molt si no quedar satisfet. Un sol aspecte, i encara formal, ha estat suficient per fascinar-me i sadollar-me. Aquest és l’anomenat “pensament interior”.
La meva amiga Montserrat Obiols, quan parla, sovint no acaba la frase si no que amb un gest de la ma et ve a dir tota la resta de l’expressió. Què vull dir amb això? Vull dir que la Montse és una demostració clara de que la paraula és exasperadament  lenta per transmetre el que bull en el nostre pensament. La velocitat amb que es desenvolupen els conceptes, les imatges, la percepció d’inputs externs, els senyals que envia el nostre cos al cervell, el que veuen els nostres ulls a fora... tot això a l’hora, és impressionant. És gaire bé impossible expressar-ho. La major part de la informació s’escapa.
Doncs bé, això és el que Joyce intenta fer. El resultat és fascinant. Uns segons del conjunt de coses que passen pel nostre cervell es pot convertir en un relat de vàries pàgines. No sé explicar-ho millor, em limitaré a copiar-ne un fragment, i si així animo a algú, em consideraré recompensat. (Tinc l’edició en castellà de JM Valverde. Transcric tal qual). Mister Bloom surt a la cantonada a comprar un ronyó per esmorzar:
- Doy una vuelta hasta la esquina. Vuelvo en un momento.
Y, cuando hubo oído su voz decirlo, añadió:
-¿No quieres nada para el desayuno?
Un blando gruñido soñoliento contestó:
-Mn
No. No quería nada. Oyó entonces un caliente suspiro profundo, más blando, al darse la vuelta ella, con un tintineo de las arandelas de latón sueltas, en el jergón. Tengo que mandarlas arreglar, realmente. Lástima. Desde Gibraltar, nada menos. Ha olvidado el poco español que sabía. No sé cuanto pagaría su padre por esto. Estilo antiguo. Ah, sí, claro. Lo compró en la subasta del gobernador. Adjudicado enseguida. Duro como una piedra para regatear, el viejo Tweedy. Sí señor. Fue en Plevna. He ascendido desde soldado raso, señor, y a mucha honra. Sin embargo tuvo bastante cabeza como para hacer aquel negocio de los sellos. Bueno, eso sí que fue previsión.
Su mano descolgó del gancho el sombrero, encima del abrigo grueso con las iniciales, y el impermeable de segunda mano, de oficina de objetos perdidos. Sellos: estampas de revés pegajoso. Estoy seguro de que hay un montón de oficiales metidos en negocios. Claro que sí. La sudada inscripción en la coronilla del sombrero le dijo mudamente: “Plasto’s sombrero Alta Cal”. Atisbó rápidamente dentro de la badana. Tira blanca de papel. Bien segura.
En el umbral, se tocó el bolsillo de atrás buscando el llavín. Ahí no. En los pantalones que dejé. Tengo que buscarla. La patata sí que la tengo. El armario cruje. No vale la pena molestarla. Mucho sueño al darse la vuelta, ahora mismo. Tiró muy silenciosamente de la puerta del recibidor detrás de sí, más, hasta que la cubierta de la rendija de abajo cayó suavemente sobre el umbral, flácida tapa. Parecía cerrada. Está muy bien hasta que vuelva, de todos modos.
Cruzó al lado del sol. Evitando la trampilla suelta del sótano en el número setenta y cinco. El sol se acercaba al campanario de la Iglesia de San Jorge. Va a ser un día caluroso, me imagino. Especialmente con este traje negro lo noto más. El negro conduce, refleja ( o refracta?) el calor. Pero no podía ir con ese traje claro. Ni que fuera un picnic. Los párpados se le bajaron suavemente muchas veces mientras andaba en feliz tibieza. La camioneta del pan de Boland entregando en bandejas el nuestro de cada día, pero ella prefiere las hogazas de ayer, tostadas por los dos lados crujientes cortezas calientes. Te hace sentirte joven. En algún sitio por el este: ponerse en marcha al amanecer, viajar dando la vuelta por delante del sol, robarle un día de marcha. Seguir así para siempre, sin envejecer nunca un día, técnicamente. Caminar a lo largo de una plaza, en país extraño, llegar a las puertas de una ciudad, un centinela allí, también un veterano, los grandes bigotes del viejo Tweedy apoyándose en una especie de larga jabalina. Caminar por calles de celosías. Caras enturbantadas pasando. Oscuras cuevas de tiendas, alfombras, un hombretón. Turko el Terrible, sentado con las piernas cruzadas fumando una pipa retorcida. Pregones de vendedores por las calles. Beber agua perfumada con hinojo, sorbete. Andar errando todo el día. Podría encontrar algún que otro ladrón. Bueno, pues a encontrarlo. Se acerca la puesta del sol. Las sombras de las mezquitas a lo largo de las columnas: sacerdotes con un pergamino en lo alto, enrollado. Un estremecimiento de los árboles, señal, el viento del anochecer. Sigo adelante. Cielo de oro que se desvanece. Una madre llama desde la puerta. Llama a casa a sus niños en un oscuro idioma. Alto muro: detrás, cuerdas pulsadas. Noche cielo luna, violeta, color de las logas nuevas de Molly.
Cuerdas, Escuchar. Una muchacha tocando uno de esos instrumentos, cómo se llaman: dulcemeles. Paso.
Probablemente no es ni pizca así en la realidad- Tipo de cosa que se lee: tras las huellas del sol. Estallido de sol en la portada. Sonrió, complaciéndose a sí mismo- Lo que dijo Arthur Griffith de la cabecera sobre el artículo de fondo de Freeman: un so, de auronomía elevándose en el noroeste desde el callejón de detrás del Banco de Irlanda. Prolongó su sonrisa complacida. Toque judaico  ese: sol de auronomía elevándose en el noroeste.
 
 
I Complementàriament a això recomano pels que no acabem de “copsar” Ulises dues obres “menors”, “El retrat de l’artista adolescent” i “Dublineses”, que com ja he  dit anteriorment en algun lloc, no és només el títol de la pel·lícula que coneixem si no el nom d’una sèrie de 15 petites narracions sobre la gent de Dublin.
A “Retrat de l’artista adolescent” , de forma novel·lada, Joyce aborda la seva joventut o la de la seva generació. La primera infància és un breu record. La infància i l’adolescència a col·legis de capellans estan plens de por al pecat i a l’infern. En una descripció bastant objectiva (ho puc dir perquè alguns encara vàrem patir aquesta tortura i ho podem testimoniar) critica aquell model educatiu/religiós. De cop fa un salt, ja és universitari i canvia l’estil. Comença a sonar com l’Ulises. És un petit tast, per fer-se’n la idea.

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